Mascarilla SI mascarilla NO

Para muchos salir de casa sin mascarilla es impensado, para otros ya no es tan necesario. Sin embargo, no llevarla puede generar algo más que el riesgo de contagio.

 

Con el uso constante de la mascarilla cada vez que salimos de casa, el no llevarla ha puesto en escena un concepto que en Europa ya se maneja hace rato; es el síndrome de la cara vacía y que tiene relación con la angustia que se produce si no la llevamos puesta al salir.

Como somos animales de costumbres el uso obligatorio que nos ha dejado esta pandemia hace que muchas personas  sientan ansiedad o incluso estrés si es que no la llevan puesta, se asocia al sentirse prácticamente desnudo en sociedad.

No es un patología es sí, ni tiene evidencia científica, más bien es una forma de agrupar síntomas compartidos como nerviosismo, culpa, sudoración, aislamiento y que son alteraciones emocionales que pueden estar relacionadas al no llevarla en la calle.

 

Detrás de la mascarilla

La mascarilla ha sido determinante para evitar contagios o contagiar al resto. Un verdadero escudo que nos cuida de contraer este virus. Sin embargo la mascarilla también evita que muchos muestren sus emociones, que la sonrisa ya no sea tan evidente, que los ojos cobren mayor relevancia para poder demostrar enojo o alegría.

¿Será acaso un sino de los tiempos y esta pandemia también nos ha hecho pensar sobre cómo estábamos demostrando nuestros sentimientos al resto?. Este es un buen tema para reflexionar y conversar con nuestra pareja o hijos.

Uso correcto de la mascarilla

 

En la medida que las etapas de mayor movilidad y libertad de acción van avanzando en otras países, vemos cómo este artículo ha ido evolucionando, no sólo en calidad, diseño y materialidad. Hoy el poder ver el rostro de otros ha llevado a que la industria ofrezca mascarillas transparentes. Sin ir más lejos varios panelistas de televisión ya la han incorporado a la rutinas de transmisión

 

Sea cual sea el tipo de mascarilla que decidas utilizar, asegúrate de que cumpla con el estándar de protección. Siempre lleva una de repuesto y por sobre todo recuerda que tras la mascarilla hay una persona con sentimientos, que quizás le ha sido más complejo sortear esta pandemia que a ti, empatía ante todo.

 

Que tus ojos sigan siendo entonces tu chispa para conectarte con el otro. Mirar a los ojos siempre resulta una buena experiencia a la hora de conversar.

 

 

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